lunes, 20 de octubre de 2008

LA CALLECITA

Tenía la cintura como un tallo
y se movía despacio;
sus manos se demoraban en el aire
como si le costara habitar el cuerpo.
Fuimos
hasta el extremo del parque
donde comenzaba
una callecita estrecha
y mal iluminada
que se abría
llena de esa necesidad
donde comienza el amor.

4 comentarios:

Lucila Lastero dijo...

Hola Pablo! Qué buenos textos! Cómo siempre... Suerte que te encontré por aquí! Te acordás de mí, no? Del taller de M. di Marco y Heker en Salta.
Saludos!

Anónimo dijo...

Como siempre, sí...
(Lindísimo...)

Anónimo dijo...

HERMOSO!!! UNA POSTAL DE LENGUAJE

Pablo Baca dijo...

Gracias, Anónimo, por la lectura y tus palabras.