Los he mirado largamente.
Los he visto irse.
El lugar donde oscurece
ahora está en mí mismo.
Pisamos juntos
las veredas y las calles.
Quedaron abrazos y alegrías,
algunos gestos y palabras,
y papeles
y unas explicaciones
que ya nunca quisimos escuchar.
Y no volvimos a tener noticias
porque no llegan noticias
desde el fondo de las calles.
**
Había una galería
donde alguien hablaba conmigo.
Aquellas tardes el pasto crecía
y los árboles se llenaban de hojas.
Una galería y alguien
que hablaba conmigo
cuando la tarde
duraba demasiado.
Al irse no se llevó nada.
Se fue indefenso.
Después vino el silencio.
Lo que digo es que hay cosas
que se pierden: una tarde,
muchas tardes, una galería.
Y otras cosas que
en cambio nunca terminan.
**
Escucho aquí
trinos en los árboles.
Una ventana a las montañas
ahora que va deteniéndose la primavera
y los atardeceres son muy largos.
Todo persiste
en contra del silencio
y el tiempo es alegría
y la muerte no existe.
Pero lo verdadero es lejano.
Este atardecer es verdadero
pero también otros
que han pasado y que no cesan.
Lo que digo
es que el tiempo construye.
No pasa, crece.
Lo sucedido
sigue construyéndose
en silencio y entre sombras.
**
Yo insistía.
Yo quería escucharla.
Y ya después fue demasiado tarde.
Otras usaban perfumes,
ella no:
ella usaba olores naturales:
su saliva suave
y el ácido
de su piel.
Recuerdo después
su cuerpo erguido
y sus pasos inseguros.
Me había dejado distraer
por la ternura
hasta todo era imposible.
He querido pensar
que cuando nos tratamos con amor
quedamos en paz.
Pero no hubo amor. Ni paz.
Una lluvia solamente
que mojaba los huesos.
El tiempo crece.
Y cada cosa
después oprime más y más.
Después duele el corazón.
Se puede
seguir hablando,
suplicar,
decir sus nombres,
pero ya nadie responde
desde el fondo de las calles.
**
La casa y el jardín
ahora se llenan de sombras.
Me abrigo
para acostarme en un sillón
porque las noches duran demasiado.
Creo que hubiera podido
hacer por ellos algo verdadero.
Para que no siguieran solos.
Para que no tocaran solamente el dolor.
**
Yo iba y volvía cada día
por un puente sobre el río
y siempre escuchaba
el murmullo del agua,
a veces suave
cuando el río era profundo y lejano
en los inviernos,
y otras veces un rugido
con las crecidas del verano.
Mucho después alguien
caminó a mi lado
y señaló hacia el agua
y dijo que él mismo estuvo ahí
cuando le dijeron que
había muerto su padre.
Ahora el pasto crece
y escucho ladridos
y los últimos trinos
porque la luz se agota.
Acaso había algo verdadero.
Podría haberme aferrado a ellos.
Pero nadie
sostiene a nadie
al borde del llanto
o con los dientes apretados.
**
Silencio, en el silencio
de las calles.
Ya no llegaron noticias.
Una hora
sobre las criaturas.
La respiración
de la vida
y el murmullo del río
y una bandada
por el cielo oscuro.