domingo, 31 de octubre de 2021

El fondo de las calles

Los he mirado largamente.

Los he visto irse.

El lugar donde oscurece

ahora está en mí mismo.

Pisamos juntos

las veredas y las calles.

Quedaron abrazos y alegrías,

algunos gestos y palabras,

y papeles

y unas explicaciones

que ya nunca quisimos escuchar.

 

Y no volvimos a tener noticias

porque no llegan noticias

desde el fondo de las calles.

 

**

 

Había una galería

donde alguien hablaba conmigo.

Aquellas tardes el pasto crecía

y los árboles se llenaban de hojas.

Una galería y alguien

que hablaba conmigo

cuando la tarde

duraba demasiado.

 

Al irse no se llevó nada.

Se fue indefenso.

Después vino el silencio.

 

Lo que digo es que hay cosas

que se pierden: una tarde,

muchas tardes, una galería.

Y otras cosas que

en cambio nunca terminan.

 

**

 

Escucho aquí

trinos en los árboles.

Una ventana a las montañas

ahora que va deteniéndose la primavera

y los atardeceres son muy largos.

Todo persiste

en contra del silencio

y el tiempo es alegría

y la muerte no existe.

Pero lo verdadero es lejano.

Este atardecer es verdadero

pero también otros

que han pasado y que no cesan.

 

Lo que digo

es que el tiempo construye.

No pasa, crece.

Lo sucedido

sigue construyéndose

en silencio y entre sombras.

 

**

 

Yo insistía.

Yo quería escucharla.

Y ya después fue demasiado tarde.

Otras usaban perfumes,

ella no:

ella usaba olores naturales:

su saliva suave

y el ácido

de su piel.

Recuerdo después

su cuerpo erguido

y sus pasos inseguros.

Me había dejado distraer

por la ternura

hasta todo era imposible.

He querido pensar

que cuando nos tratamos con amor

quedamos en paz.

Pero no hubo amor. Ni paz.

Una lluvia solamente

que mojaba los huesos.

 

El tiempo crece.

Y cada cosa

después oprime más y más.

Después duele el corazón.

Se puede

seguir hablando,

suplicar,

decir sus nombres,  

pero ya nadie responde

desde el fondo de las calles.

 

**

 

La casa y el jardín

ahora se llenan de sombras.

Me abrigo

para acostarme en un sillón

porque las noches duran demasiado.

Creo que hubiera podido

hacer por ellos algo verdadero.

Para que no siguieran solos.

Para que no tocaran solamente el dolor.

 

**

 

Yo iba y volvía cada día

por un puente sobre el río

y siempre escuchaba

el murmullo del agua,

a veces suave

cuando el río era profundo y lejano

en los inviernos,

y otras veces un rugido

con las crecidas del verano.

Mucho después alguien

caminó a mi lado

y señaló hacia el agua

y dijo que él mismo estuvo ahí

cuando le dijeron que

había muerto su padre.  

 

Ahora el pasto crece

y escucho ladridos

y los últimos trinos

porque la luz se agota.

Acaso había algo verdadero.

Podría haberme aferrado a ellos.

Pero nadie

sostiene a nadie

al borde del llanto

o con los dientes apretados.

 

**

 

Silencio, en el silencio

de las calles.

Ya no llegaron noticias.

Una hora

sobre las criaturas.

La respiración

de la vida

y el murmullo del río

y una bandada

por el cielo oscuro.

 

 

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